Arquitectura del 'casi': los gigantes que nunca fueron. Parte IV.

Hay proyectos que pudieron redefinir ciudades, países y hasta el mundo entero… pero jamás se construyeron.
Visionarios, colosales, a veces absurdos, a veces hermosos. Sueños que quedaron en el papel, en el render, en la maqueta. Megaproyectos que se enfrentaron a guerras, egos, dinero, política o simplemente al juicio de que “esto es demasiado”.

Bienvenidos a este ranking con 10 de los megaproyectos frustrados más ambiciosos de la historia.
¿Te unes a esta cuarta parte? Trae casco, porque vas a entrar a la dimensión donde los arquitectos soñaban más alto que la cordura.


「10/10」Torre Analemma, estratósfera. 2017.

En 2017, el estudio neoyorquino Clouds Architecture Office propuso algo que parece sacado de una película de ciencia ficción: un rascacielos colgado literalmente de un asteroide. La idea consistía en capturar uno de estos cuerpos celestes, colocarlo en una órbita geosincrónica y suspender desde él una torre kilométrica que daría vueltas alrededor del planeta. La torre pasaría por ciudades clave en su recorrido diario, permitiendo a sus residentes desayunar sobre Nueva York, almorzar sobre Dubái y dormir sobre el Pacífico, flotando por encima de las nubes. Energía solar, recolección de agua de la atmósfera y diseño autosuficiente completaban la utopía. Claro, ningún ingeniero serio creía que algo así pudiera construirse con la tecnología actual. Pero ¿quién dijo que los renders necesitan permisos?




「9/10」Gran Basílica de los Desamparados, Valencia. 1944.

En plena posguerra española, el arquitecto Mauro Minguet quiso dejar su huella en Valencia con una ampliación majestuosa de la Basílica de los Desamparados. El proyecto incluía una cúpula monumental inspirada en San Pedro del Vaticano, que habría transformado por completo el perfil urbano del centro histórico. Para llevarlo a cabo, era necesario reorganizar calles, desplazar edificios y destinar recursos que, en ese momento, eran tan escasos como la esperanza. La idea fue bien recibida por ciertos sectores eclesiásticos, pero entre la falta de fondos, el contexto político y la posterior muerte del arquitecto, el proyecto quedó abandonado. Hoy, solo sobreviven algunos planos que muestran lo que pudo haber sido una de las iglesias más impactantes del país.



「8/10」Masieri Memorial, Venecia. 1953.

La familia Masieri, como homenaje a un joven ingeniero fallecido, quiso encargar una residencia para estudiantes a uno de los arquitectos más célebres del siglo XX: Frank Lloyd Wright. El lugar elegido no era cualquiera, sino un solar frente al Gran Canal de Venecia. Wright, fiel a su estilo, diseñó un edificio moderno, de líneas rectas y materiales sobrios, pensado para dialogar con el agua y el entorno. Pero Venecia, con su sensibilidad estética de siglos y una resistencia casi genética al cambio, no lo aceptó. Las autoridades locales y la opinión pública lo rechazaron rotundamente, alegando que rompería la armonía histórica de la ciudad. El proyecto fue cancelado y Wright nunca logró construir en Europa, dejando solo el recuerdo de lo que habría sido un choque elegante entre tradición y modernidad.



「7/10」Montaña de Chillida, Fuerteventura. 1996.

El escultor vasco Eduardo Chillida visitó la montaña de Tindaya, en Fuerteventura, y quedó fascinado por su presencia imponente. A partir de ahí, concibió una de sus ideas más audaces: excavar un enorme espacio interior dentro de la montaña, una suerte de templo vacío, un lugar de silencio y luz que simbolizara la tolerancia entre culturas. El proyecto recibió apoyo institucional e incluso fondos públicos, pero pronto se topó con una dura oposición. Ecologistas, arqueólogos y habitantes de la isla denunciaron el impacto ambiental y patrimonial que tendría la intervención, ya que la montaña está llena de grabados rupestres y forma parte de un paisaje protegido. El debate se extendió durante años, entre promesas, investigaciones y escándalos políticos. Finalmente, la obra nunca se inició, y hoy Tindaya sigue siendo una montaña intacta, con un hueco en la historia del arte, pero no en su interior.



「6/10」Sky City, Changsha, China. 2013.

Sky City iba a ser el edificio más alto del mundo, superando al Burj Khalifa con sus 838 metros y 220 pisos. Lo más impresionante era su tiempo estimado de construcción: solo 90 días, gracias a un sistema de módulos prefabricados ensamblados como piezas de Lego gigantes. La empresa Broad Sustainable Building ya había sorprendido al mundo construyendo rascacielos de mediana altura en cuestión de semanas, así que el anuncio fue recibido con una mezcla de escepticismo y admiración. Sin embargo, después de una ceremonia de inauguración muy mediática, los problemas comenzaron a acumularse. Las autoridades no habían otorgado los permisos necesarios, surgieron dudas sobre la seguridad estructural, y la financiación del proyecto empezó a flaquear. Al final, la obra fue cancelada y el terreno quedó sin edificar. Hoy, donde se prometía una ciudad vertical futurista, solo hay un estanque con peces. Una metáfora perfecta para tantos sueños chinos que se hundieron sin hacer ruido.



「5/10」Memorial a la Madre, Washington D.C., 1920.

En los años veinte, mientras el movimiento por el voto femenino ganaba fuerza en Estados Unidos, surgió una iniciativa peculiar: construir un monumento nacional dedicado a las madres. No una placa ni un jardín con flores, sino una torre de más de 120 metros en el corazón de Washington D.C., con columnas, esculturas alegóricas, un ascensor interno y un mirador con vistas al Capitolio. El proyecto fue impulsado por la Sociedad para la Fundación del Voto Femenino, que veía en la maternidad no solo un símbolo, sino un pilar del ideal americano. Sin embargo, la propuesta nunca logró entusiasmar del todo ni al Congreso ni a la ciudadanía. Con el paso del tiempo y la llegada de la Gran Depresión, la idea fue perdiendo relevancia y terminó abandonada por completo. Hoy, ni una maqueta queda en pie, y el monumento a las madres quedó reducido al olvido… como tantas otras cosas que las mujeres hacían sin reconocimiento en esa época.



「4/10」EuroRuta, Francia–Gran Bretaña, 1985.

Antes de que el Eurotúnel uniera las costas de Calais y Dover de forma discreta y subterránea, hubo una propuesta mucho más ambiciosa: la EuroRuta. Este proyecto quería conectar ambos países mediante una combinación de túneles cortos, tramos elevados y varias islas artificiales que albergarían hoteles, centros comerciales, restaurantes y hasta parques de diversiones. Una mezcla de infraestructura y parque temático, con el canal de la Mancha como telón de fondo. La idea era convertir el simple trayecto entre Francia y Reino Unido en una experiencia turística única. Pero, como suele pasar con las megaideas, chocó con la dura realidad técnica y económica. Costos astronómicos, preocupaciones medioambientales y una viabilidad cuestionable terminaron por sepultar la propuesta. Al final, ganó el enfoque práctico: un túnel recto, funcional y absolutamente aburrido. Y bueno… luego vino el Brexit, así que hasta eso ahora está en entredicho.



「3/10」Museo de las Fuerzas Armadas Wright–Patterson, Ohio. 1963.

A principios de los años 60, el renombrado arquitecto Kevin Roche fue comisionado para diseñar un nuevo museo de las Fuerzas Armadas en la base aérea de Wright–Patterson, en Ohio. Su propuesta era vanguardista y simbólica: un edificio que evocara las alas de un avión, con espacios amplios, luz natural filtrada desde lo alto y una narrativa arquitectónica que acompañara al visitante a lo largo de la historia de la aviación militar estadounidense. Pero mientras el diseño avanzaba, las prioridades del gobierno cambiaban. El contexto de la Guerra Fría exigía más presupuesto para defensa, armamento y espionaje que para museos con vuelo artístico. Poco a poco, el proyecto fue perdiendo apoyo político y militar, hasta que finalmente fue cancelado. El edificio nunca se construyó, pero algunos de sus conceptos sobrevivieron en otros diseños de Roche. El museo actual, en cambio, es funcional, respetable… pero no hace volar la imaginación como lo habría hecho aquel.



「2/10」Arco del Triunfo del Tercer Reich, Berlín. 1943.

Dentro del megalómano plan de Hitler por convertir Berlín en la capital de un imperio eterno —una ciudad renombrada Germania— se incluía la construcción de un Arco del Triunfo colosal. Diseñado por Albert Speer, el arquitecto favorito del régimen, el arco tendría 100 metros de altura, lo suficiente para que el Arco del Triunfo de París cupiera dentro con espacio de sobra. Esta estructura no solo pretendía homenajear al ejército alemán, sino eclipsar simbólicamente a todos los demás monumentos triunfales del mundo. La construcción nunca empezó. Los esfuerzos bélicos absorbieron todos los recursos, y las derrotas militares comenzaron a acumularse. Con la caída del régimen nazi, el proyecto fue abandonado por completo. Hoy, Germania es solo una nota sombría en los libros de historia, y el arco existe únicamente en maquetas que sobreviven como testimonios del delirio arquitectónico totalitario.



「1/10」Tumba de Francisco Franco, Madrid. 1940.

Poco después del fin de la Guerra Civil, el arquitecto Luis Moya y el vizconde de Uzqueta propusieron construir una tumba monumental para el dictador Francisco Franco: una pirámide de 150 metros de altura, de piedra blanca, situada en pleno Madrid, entre el cementerio de San Martín y el Hospital Clínico. El diseño era grandioso, casi faraónico, y pretendía dejar clara la dimensión “histórica” del personaje, alineándolo más con emperadores del pasado que con jefes de Estado contemporáneos. Sin embargo, y contra todo pronóstico, fue el propio Franco quien rechazó la idea. Tal vez por modestia —difícil de creer—, tal vez por pragmatismo o por razones políticas, optó por una solución distinta: el Valle de los Caídos, un monumento que tampoco se quedó corto en simbolismo y polémica. La pirámide quedó como una curiosidad más dentro del archivo de ideas extravagantes del franquismo. Y quizás fue lo mejor.