Hay lugares que parecen imperdibles... hasta que vas. Sitios inflados por guías, blogs o influenciadores que te juran que es la experiencia de tu vida y que, en la vida real, solo son estafa, decepción y foto con filtro. Lugares donde el misticismo se pierde entre filas de turistas, donde la historia se convierte en pretexto para venderte un imán de nevera, y donde lo único genuino es el sudor que haces haciendo la fila.
Estas son las 10 trampas para turistas a las que he ido para que tú no tengas que caer. Con contexto histórico incluido —porque hasta las decepciones merecen una explicación—, te cuento por qué estos destinos no están a la altura de su fama.
10. Arashiyama, Kioto 🇯🇵
Empiezo con el padre de los sobrevalorados. Este "bosque" es en realidad un pequeño sendero que caminas en SEIS MINUTOS y que, además, está lejos del centro de Kioto.
Eso sí, Arashiyama tiene historia. Durante el periodo Heian (794–1185), era lugar de recreo para la nobleza japonesa. Era más una postal de haiku que un spot para reels. Con el boom turístico del siglo XXI y su aparición en todas las guías de “lo más instagrameable”, el sitio se volvió víctima de su fama.
En la práctica, es una fila de kimonos alquilados tomándose mil selfies para justificar el viaje.
9. Esclusas de Miraflores, Panamá 🇵🇦
Literalmente es para ver pasar un barco que no puede ir ni muy rápido, ni muy lento. Todo mientras un guía insiste en que estás presenciando historia.
Y sí, algo de historia hay. Las esclusas forman parte del Canal de Panamá, inaugurado en 1914. Durante décadas fueron símbolo del poder estratégico global. Pero hoy, más allá del dato de que un barco paga millones por cruzar, la visita a Miraflores se siente más como un PowerPoint con barcos.
Les digo por experiencia que es muchísimo mejor ir al Corte Culebra o pasar por Gatún. Te ahorras 20 dólares.
8. Pirámides de Giza, Egipto 🇪🇬
No son las pirámides, es lo que las rodea: camelleros, "policías", vendedores que no aceptan un no, locales que te quieren "ayudar". Una maravilla atrapada en un reality show de la estafa.
Ahora, para que no digan que no hay sustancia: las pirámides datan de hace más de 4.500 años. Son tumbas reales, símbolos cósmicos y aún hoy un misterio arquitectónico. Pero eso no las salva del caos moderno que las rodea.
Es preferible ir al KFC y ver el atardecer desde ahí. Les juro, las Pirámides de Giza son más paisaje que en sí, una atracción para tenerla al lado o entrar en ellas.
7. Memento Park, Budapest 🇭🇺
Incluso para mí, que soy fan de la estética soviética, esto es decepcionante. Son siete estatuas tiradas en un campo casi abandonado al que tienes que pagar.
Y mira que la idea era buena. Cuando cayó el comunismo, Hungría decidió no destruir las estatuas de la era soviética, sino ponerlas en un parque a las afueras de la ciudad como museo al aire libre. El concepto es interesante: memoria sin glorificación.
Pero la ejecución... floja. No vale gastarse medio día hasta la frontera de Hungría para ver este depósito con trauma. Hay mejores sitios en Europa del Este para poder apreciar el arte soviético.
6. Mercado Flotante de Damnoen Saduak, Bangkok 🇹🇭
Fundado en 1866 durante el reinado del rey Rama IV, fue un nodo importante del comercio entre aldeas del centro de Tailandia, donde los canales (klongs) eran la autopista local. Era un reflejo real de la vida agrícola tailandesa, hasta que el turismo masivo lo transformó en un decorado.
Ahora no es más que las mismas baratijas chinas de cualquier puesto de calle en Bangkok, pero a precios inflados. Es de esos pocos sitios a los que he ido y no he tomado ni una foto.
5. Checkpoint Charlie, Berlín 🇩🇪
Fue uno de los pasos fronterizos entre Berlín Este y Oeste durante la Guerra Fría, bajo control estadounidense. En 1961 casi empieza una Tercera Guerra Mundial aquí… hoy empieza una fila para fotos con actores sin contrato.
Ahora es un teatro donde tipos disfrazados de soldados te cobran por posar con una bandera. Literal es pagar por tomarte fotos con gente que tiene la misma credibilidad hoy que en Halloween.
4. Templo del Fuego, Bakú 🇦🇿
El Templo Ateshgah, ubicado en las afueras de Bakú, fue un santuario zoroástrico activo entre los siglos XVII y XIX. Se construyó sobre un yacimiento de gas natural cuya combustión producía un fuego perpetuo, considerado sagrado. Esta llama atrajo peregrinos de regiones zoroástricas de Persia y comunidades hindúes del norte de la India, que veían en el fuego un símbolo de pureza espiritual. Su arquitectura pentagonal y cúpula central reflejan la fusión de estilos persas e indios.
El asunto es que cuando no hay creyentes, de templo ya hay poco. Cuando sabes que el fuego “eterno” viene por una tubería de gas, sabes que perdiste dos horas de bus para ver una estufa de cocina.
3. Castillo de Osaka, Japón 🇯🇵
En mi segundo viaje no recordaba por qué no había entrado en el pasado. Esta vez, un amigo me presionó... hasta que entré.
ERROR FATAL 404.
El Castillo de Osaka fue construido en 1583 por Toyotomi Hideyoshi como símbolo del poder unificador tras el periodo Sengoku. Fue destruido por ataques del shogunato Tokugawa en 1615, reconstruido en el siglo XVII y alcanzado por rayos e incendios en siglos posteriores, reflejando la inestabilidad política de la época.
Por eso fue reconstruido, re-destruido y re-inventado en los años 90 cuando dijeron: ¿y si lo hacemos... oficina temática?
Lo que por fuera parece un viaje chimba a Encarta 98, por dentro es un centro comercial. Es una "reconstrucción" que tiene de castillo lo que Barney de dinosaurio.
2. Templo Lempuyang, Bali 🇮🇩
Un templo hindú precioso arruinado por Instagram, al punto de desfigurar por completo su realidad. El mundo entero piensa que está frente a un lago. Lempuyang es uno de los templos más sagrados de Bali. Tiene su famosa “puerta del cielo”, que en realidad está frente a unas escaleras, pero el truco con el espejo lo convirtió en mito global.
La famosa “puerta del cielo” es un efecto con un espejo en el lente luego de hacer fila por tres horas para una foto totalmente falsa. ¿Lo más interesante? Este tipo de puertas están por toda Bali.
1. Catedral de Sal, Zipaquirá 🇨🇴
Este duele porque lentamente la hemos visto degenerarse en un Tomorrowland católico que nada tiene que ver con el templo creado en 1932 y reformado en 1990.
Fue construida por mineros como un lugar de fe dentro de una mina activa. La actual, inaugurada en 1995, es una obra maestra de ingeniería subterránea. Hasta ahí, todo bien.
Cada año no saben qué inventarse para justificar subir los precios. ¿Un show de 3D? Vale. ¿Un espectáculo de luces con banderitas para los turistas? Vale. ¿Metemos la tumba de Tutankamón dentro de una iglesia? También vale. Todo vale. Y mientras más guiso sea todo, mejor.