Empujando puertas, viajando en el tiempo.

Lyon, 1943.

Los nazis habían ocupado la ciudad. La Gestapo hacía redadas para capturar y torturar personas de la Resistencia. Y aunque veían a los franceses entrar por sus casas, al perseguirlos, estos se escapaban.

¿Quieres saber cómo huyes entrando a tu casa? Vamos a meternos en los traboules de Lyon.

Lyon es una ciudad asentada entre dos ríos y coronada con dos colinas que le permiten una topografía un tanto complicada que le facilita guardar secretos.

Es tan única, que tienen un verbo propio: "traboulear".
¿Que significa? "Laberintear".

Se "traboulea" en una serie pasajes que discurren dentro de los edificios, comunicando puertas a extremos distintos. Puertas que al empujarse se unen dos extremos del tiempo. La historia de como los habitantes huían durante la ocupación nazi me sonaba en la cabeza como algo que quería explorar. Para eso, me dediqué por días a meterme en los traboules de la ciudad.

Para explicarles cómo funciona esta red interna, necesito que imaginen primero. Pensemos en nuestra ciudad y como se camina.

Primero, salimos de la puerta.
Caminamos por el andén.
Llegamos a una esquina.
Doblamos o cruzamos.

Pero en Lyon no solo pasa eso. La red de traboules que atraviesa la ciudad, le ahorra desplazarse sin tener que dar tantas vueltas. Lo que yo no contaba es que esta red de pasadizos está conformada por más de 100 traboules, muchos de ellos, privados o cerrados. Tenía todo el tiempo del mundo y un par de secretos bajo la manga. Es por eso, que hice un mapa con todos los que atravesé.


¿Pero como se reconocen? Es donde la tenía difícil. Es casi imposible notarlo. Lo que sí había hecho era descargar una base de datos de los traboules de Lyon y localizarlos en una aplicación de mapas offline. Miren estas fotos, ¿no les parecen puertas comunes y corrientes?

Pues detrás de esas puertas hay un universo secreto de túneles y patios que se dividen por la ciudad, específicamente en Vieux Lyon, Croix-Rousse y Presqu'ile.

Para esto, me ayudaron con consejos amigos de la ciudad. Hay tres formas de explorar los traboules:

La primera, traboules abiertos o de empuje. Estos están normalmente en las áreas turísticas o conectan con grandes edificios. El gobierno de la ciudad de hecho subsidia parte del cuidado de estos traboules si hay vecinos en el edificio.

Es tan sencillo como empujar una puerta.

La segunda, tocar / esperar. Al acercarme las puertas y ver que no se movían, lo que hacía era tocar el interruptor del digicode que está en el exterior. Podía tener la fortuna que se abriera.

¿Y si no?

Esperar. Al caminar cerca, tenía reflejos afilados y si veía a alguien saliendo del traboule, me metía rápidamente antes que se cerrara la puerta. Y la tercera, bueno, tener una llave que a veces es mágica.

¿Ya ven por qué hacer toda esta exploración me tomó tanto tiempo? Además sumarle el tamaño de la ciudad. Pero, porque soy juicioso, hice unos mapas de los traboules que pude meterme.

Blancos, son los que pude.
Amarillo, los que no.


Empecemos por los más extensos: Presqu'ile.

Los traboules de esta área son más recientes y nuevos. En estos edificios, creados en la isla fue fue poblada mucho después de los romanos, los túneles que comunican los edificios son normalmente ortogonales y de servicios.

Pero, si me muevo al norte...

Encontraba pasajes my interesantes de los primeros edificios que se asentaron en este lado de la ciudad. Saint-Antoine 27 o Poulaillerie 15, son tan extensos que permiten atravesar grandes manzanas en pocos pasos, como pueden ver en el video.

Ahora la cosa se pone interesante.

Vamos a echar unos años más atrás del siglo XIX y XVIII y vamos a visitar a la colina de Croix-Rousse. Aquí, abundan los pasajes ya que la colina es tan empinada, que ahorra mucho tiempo bajar en línea recta sin mojarse de la lluvia.

En Croix-Rousse, colina arriba ya en el siglo XIX, se tejía mucha seda y esto hacía que grandes rollos del textil, se necesitara sacar de forma rápida a la parte baja de la ciudad. Los trabajadores de los canut, entonces se metían a los pasajes para protegerla de la intemperie y bajar rápido.

Pero estos trabajadores llegaron a hacer una revuelta por sus derechos laborales en la que los traboules le sirvieron para mantenerse y escapar del arresto. Cour des Voraces fue el más famoso, siendo el epicentro de la insurrección de 1849.

Esto se les quedó en el ADN.

Los pasajes del Vieux Lyon, son los más clásicos y turísticos. Datan del renacimiento, por eso tienen galerías con arcos ojivales o de medio punto. Son los más irregulares debido a la vieja traza, que tiene su explicación.

En el siglo IV, con el colapso del Imperio Romano, la gente empezó a vivir más cerca al río porque los acueductos fallaban. Se presume que para ir a buscar agua y dado que el viejo Lyon tiene una forma paralela al Saona, la gente atravesaba edificios.

Tenemos el caldo perfecto de una ciudad secreta: dos mil años de una forma de atravesarla, una red que solo conocen los locales y lo suficientemente intrincada para ser usada como resistencia y lucha. Todo en el ADN de la ciudad.

Entonces, llegaron los nazis.

Nikolaus "Klaus" Barbie, director de la Gestapo, rondaba la ciudad. Torturaba opositores por semanas en su hotel, siendo tan criminal que le llamaron “el Carnicero de Lyon”. Su mayor enemigo era ese ADN, ell escondido en las puertas.

Cuando llegaba la Gestapo a una calle, la ciudad perdía su lectura y se volvía otra.


Los vecinos empujaban una puerta, bajaban escalones, doblaban, empujaban otra puerta; esos escalones llevaban a un sótano, que se comunicaba con otros pasillos y otras puertas. Los lioneses sabían cuál era la indicada. Entonces, empujaban y salían al otro lado de la manzana.

Así durante la ocupación fue como se les escapaban a los nazis, porque estos no tenían ni idea de los traboules.

No sabían que una ciudad podía leerse de dos formas. Tampoco sabían que su enemigo era la memoria de sus habitantes que fue heredada de siglos atrás.

Por eso, cuando cruzo un traboule no lo veo solo como un ejercicio de cruzar una calle. Lo veo como un ejercicio de viajar en el tiempo, a una práctica de dos mil años que sin quererlo, le salvó la vida a muchos en el futuro.

Y esperemos que no toque volverse a usar para huir de nazis, sino para lo que yo estoy haciendo: perderme en Lyon imaginándome un videojuego en mi cabeza.