La última pieza del rompecabezas.

Por Diego Toledo.

Imágenes por Dan Gamboa.


Colombia y Cádiz. La mirada transversal y heterodoxa de dos urbanautas que se cruzan en mitad de una Semana Santa. Esta es la crónica gráfica de mi primera Semana Santa en Málaga.

La Semana Santa es una realidad transversal. Traza una diagonal imaginaria donde tienen cabida tantas miradas distintas como ángulos de visión tengamos. En esa riqueza poliédrica de sus múltiples aristas es donde nos topamos de cara con su grandeza antopológica como celebración.

La mirada inquieta de quien observa más allá de la órbita del cofrade ha sido el punto de encuentro y conexión con Dan. Juntos hemos sido partners in crime en la búsqueda de tantas historias posibles como Semanas Santas distintas puedan derivarse de una principal.

El espacio urbano condiciona la puesta en escena de la liturgia, desmarcándola decididamente de otras.

Periferias, avenidas, bloques de pisos, puentes de hierro, edificios modernistas, brutalismo, paredes graffiteadas y solares de una Málaga arrasada y decadente, son durante una semana un poético escenario al servicio de la suntuosidad.

Si la Semana Santa en la calle adquiere tintes de representación teatral, puedo confirmaros cómo la de Málaga viene a ser la gran superproducción de todas, completando un grandísimo reparto coral de actores (cofradías incluidas) digno del mejor estudio sociológico.



Me propuse ir a la Semana Santa de Málaga libre de prejuicios, con el ánimo de descubrir y dejarme sorprender. El 2023 ha sido el año elegido para romper con la querencia, dejando atrás la nostalgia para completar este enorme puzzle con la última pieza que me faltaba: VIVIRLA.

Me encontré con una realidad verdaderamente sui generis, rebosante de personalidad. La suntuosidad, el poder, la institucionalidad se dan la mano con una particular forma de vivir y entender la devoción donde quien manda es la calle.

Tal vez gracias a eso haya sabido conservar gran parte de su idiosincrasia popular y espontánea, lejos del encorsetamiento que cada vez se observa más en otros lugares, debido a la apropiación indebida que se ha venido haciendo de la celebración por parte de las élites cofrades.


La Semana Santa actúa como una gran maquinaria generadora de sinergias e historias de todo tipo. Nos tiramos a la calle ansiosos por descubrir la vida que transcurre alrededor de todo lo que está pasando. Los grandes iconos devocionales actúan como catalizadores de las emociones.

El Sábado de Pasión empieza temprano en La Trinidad. Claveles en mano y pitufo con aceite y york para esperar al Cautivo. Su traslado es una demostración de fervor que sobrepasa los límites de la propia Semana Santa. Una de esas cosas para ver al menos una vez en tu vida. El Cautivo se hace pueblo como si de una una aparición sobrenatural se tratase. Cuando sale a calle Mármoles, poderoso como un tótem en mitad de un cañón de sol; atravesando las nubes de incienso, túnica al viento. O ya de vuelta, de madrugada, cruzando el Puente a palillera.



Pocas veces se es testigo de tanta verdad. Igual que acompañando a Rocio por la Cruz Verde. Allí en su balcón estaba Toti, la abuela de Caye, tirándole el arroz a Rocío a puñaos de cariño y devoción que para eso es la Novia de Málaga. ¡Cuánta pureza!.

Hablando de Pureza, a Miguel lo pude ver el miércoles ser nazareno con su Mediadora. Hice su salida con Dan y Jorge constatando el futuro tan bonito y prometedor que les espera a las cofradías periféricas. Incluyo aquí a Nueva Esperanza y Humildad y Paciencia. Ser cofradía periférica es un mood que imprime carácter y te enseña una nueva manera de ver Semana Santa: a las periféricas no se las ve, se las acompaña y se camina con ellas. Suyo es el futuro; en sus barrios, allí donde hay vida y las cofradías de verdad son necesarias.

Puedo decir sin miedo a equivocarme que en Málaga he encontrado la Semana Santa más transversal de todas cuantas conozco hasta la fecha. Todo un gustazo para los que tenemos el paladar poco ortodoxo. A mis ojos, los contrastes han resultado tan potentes como adictivos.

La poética de Málaga engancha y de qué forma. Lo hace desde todos esos ángulos posibles de los que hablaba al comienzo de este hilo, a lo largo de esa diagonal imaginaria por donde durante siete días transcurre la vida en pasado, presente y futuro; año tras año, de forma cíclica.Acabándose ya desde que empieza, pasando por delante tuya y viéndola marcharse como quien ve perderse a un palio. Qué cosa mas bonita ¿verdad Samuel?. Y una vez que pase, todos volvemos a la normalidad.


Todas esas miradas transversales de mi puzzle ya completo, estarán a salvo en una pequeña capilla callejera alzada sobre un rio de graffitis. Allí, durante un año, dormirán un sueño necesario del que despertarán cuando el azahar de nuevo florezca y la diagonal vuelva a trazarse.

Gracias a todos los que durante esta semana habéis hecho de Málaga mi casa. No os cito pero sabéis quiénes sóis. Hasta el año que viene si El Cautivo quiere.